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El 92 por ciento de los productores del cacao de Alto Beni en el departamento de La Paz tiene acceso a vías camineras, pero no diversifica sus productos, ni comercializa en las grandes ciudades, advierte el estudio “Mejorando el conocimiento entre productores de cacao para lograr la diversificación agropecuaria: una experiencia en Los Yungas de Bolivia”. 

La investigación realizada por María Isabel Pillco, Johanna Jacobi y Vladimiro Mendieta, bajo la coordinación de Ernesto Huanca y el auspicio de CIDES-UMSA y la Oficina Regional de Coordinación de Sudamérica del programa NCCR Norte-Sur, en coordinación con la Fundación PIAF-El Ceibo, refleja las fortalezas y los riesgos que enfrentan los productores del cacao en Alto Beni para mejorar sus ingresos y adaptarse a los impactos del cambio climático.

 

El estudio contempló la situación de 105 familias productoras de cacao agrupadas en cuatro cooperativas de base de la fábrica CEIBO, como son Simay, Hijini, CIDCA, Agrícola Unificada y otras.

A partir del trabajo de encuestas, talleres y otros mecanismos, se determinó que el 92% de los productores cuenta con acceso a caminos; en muchos casos, estas vías son interdepartamentales y conectan a los productores con la ciudad de La Paz, San Buenaventura en el Norte paceño y Rurrenabaque, Beni.

“Esto significa que ahora más que antes, el productor tiene la oportunidad de obtener excedentes por la comercialización de frutales que aún se desconocen en algunas ciudades del occidente de nuestro país”, afirma el estudio.

A pesar de estas condiciones, la mayoría de los productores no diversifica sus unidades productivas debido a la falta de información acerca del procesamiento y la comercialización de productos alternativos al cacao.

La agrónoma Pillco explicó que el proyecto se centró en mostrar a los productores de cacao, los impactos negativos del cambio climático y la utilidad tanto económica como ambiental de diversificar sus cultivos, para lo que se introdujo en parcelas y hasta en los patios frutales, plantines de especies de frutas poco comunes en la región con alto valor nutritivo y económico.

“Hay especies con potencial económico y nutricional, como el rambután que es una especie introducida de Costa Rica, o el achachairú nativa de Santa Cruz que conviven muy bien con el cacao”, dijo.

A partir del diagnóstico de las parcelas, donde se evidenció una fuerte presencia de monocultivos y la falta de aprovechamiento de los terrenos, se orientó a los productores no sólo sembrar más frutales, sino ser estratégicos al momento de plantar árboles maderables, para que estos sean utilizados como linderos, estén situados a orillas de los ríos o en los bordes de los caminos.

“Cada productor tiene doce hectáreas promedio, y son manejables sólo de 3 a 4 hectáreas, mientras que un buen manejador apenas llega al 50% de aprovechamiento, entonces le sigue sobrando espacio –que está convertido en barbecho- donde puede poner más cultivos o maderables”, señaló.

La investigadora señaló que paralelamente, la Fundación para el Desarrollo Sostenible PIAF- El Ceibo a través de su Centro Experimental está brindando nuevas tecnologías a los productores, como semillas de paltas y mangas injertadas, que son obtenidas de las plantas madre, algo así como los clones.

“También se tienen selecciones locales de cacao, que son las plantas que se han adaptado a la región y que tienen muy buenas características productivas”, afirmó la investigadora, al advertir que aun falta continuar con las investigaciones para profundizar en el área de comercialización.